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El día que se ahogó Bilbao

Por Jorge Román - El 26 de agosto de 1983 está marcado en el calendario de muchos bilbaínos y bizkainos. Bilbao apuraba su último fin de semana de su joven Aste Nagusia. Muchos bilbaínos y visitantes aguardaban con esperanza que la lluvia diese una tregua y dar así la mejor de las despedidas a Marijaia. La semana estaba siendo de los más lluviosa, pero nadie imaginaba lo que iba a suceder esa tarde de viernes. Los 600 litros por metro cuadrado caídos aquel día, unida a la pleamar provocó una riada sin precedentes que se cebó con el Arenal y el Casco Viejo bilbaíno. Más de 100 localidades vascas fueron declaradas zona catastrófica. La gota fría provocó la mayor catástrofe natural que se recuerda en Bilbao. Las cifras de pérdidas en daños materiales ascendieron a los 200.000 millones de pesetas (1.200 millones de euros). Fallecieron 34 personas y cinco personas desaparecieron. Los bilbaínos que durante años habían vivido de espaldas al Nervión vieron como la ría despertaba con fuerza de su letargo.

 

La ríada se llevó negocios, vehículos y hogares, dejando a miles de bizkainos sin vivienda o sin trabajo. 30 años después revivimos los días más angustiosos de la historia reciente de Bilbao a través del testimonio de un periodista, un comparsero, un historiador y dos dependientas .

Hemeroteca de `El Correo´

La radio como aliada

 

En esos momentos en los que la luz faltaba a media ciudad, la radio se convirtió en el mejor instrumento para informarse y transmitir mensajes a los familiares. “Era el día de disfraces, nos maquillamos y al atardecer vimos que caía tanta agua que acabamos empapados y sin maquillaje, hasta que nos informan que la cosa es seria”, rememora el periodista Juan Carlos de Rojo. En ese momento trabajaba en Radio Bilbao y le tocó cubrir la tragedia. Uno de los momentos que le impresionó fue la situación que se encontró al llegar al barrio de La Peña. “Cuando llegamos no había llegado nadie y cuando superamos una barrera de árboles que había acumulado la ríada, salieron un grupo de vecinos con escopetas”, recuerda. El pillaje era tal que los vecinos se organizaron en cuadrillas para proteger sus comercios y viviendas. La solidaridad y la calma fue la nota dominante, pero algunos desalmados quisieron hacer su particular agosto.

 

 

La labor fundamental de las comparsas

 

La fiesta se cortó de cuajo. Algunas txosnas se convirtieron en amasijos de hierros postradas junto a la ría. Otras, simplemente, sucumbieron y se convirtieron en improvisados barcos fantasma a la deriva. El papel de las comparsas en ese momento fue de gran importancia. Las cuadrillas surgidas hace poco más de un lustro estaban capacitadas para dar colorido y ambiente al Arenal bilbaíno, pero no para hacer frente a la situación tan grave que vivieron. “La mayor parte de las acciones que se emprendieron fueron espontaneas. La gente quería colaborar, pero no sabía ni cómo, ni lo que tenían que hacer”, recapitula el comparsero Juan Mari Amantes. Aunque finalmente las comparsas resultaron determinantes. “Los comparseros, de alguna manera, sustituyeron a los equipos de trabajo organizados”, reconoce.

 

La riada `barre´ los comercios del Casco Viejo

 

Ana Valtierra y Marisol Vallejo son dependientas recientemente jubiladas de la tienda Rafael Matías, ubicada en pleno Casco Viejo, que vivieron en sus propias carnes la inundaciones. Aún evocan cómo quedó el local de telas en las que desempeñaban su labor. “Unos tablones de madera maciza que pensaban un montón, todo aquello desapareció. Quedo la tienda totalmente diáfana, no quedo nada”, recuerdan. Una gran capa de lodo es todo cuánto encontraron al asomarse al comercio. Rafael Matías logró salir a flote y reabrir su negocio, no así muchas tiendas del Casco Viejo que decidieron echar el cierre ante las pérdidas sufridas.

 

La angustiosa noche

 

“La inundación, dentro de ser una absoluta catástrofe, desde el punto del patrimonio, ha ayudado a limpiar la imagen del Casco Viejo”, declara el historiador y director del Museo Diocesano de Arte Sacro, Juan Manuel González. El director recuerda la riada como la noche “más angustiosa de mi vida” al escuchar las llamadas de ciudadanos que enviaban mensajes desesperados con la esperanza de que los escucharan sus familiares.

 

LAS CIFRAS

 

  • 34 personas fallecidas

  • 5 personas desaparecidas

  • 1.500 toneladas de lluvia en dos días

  • La luz y el teléfono en buena parte de municipios no funcionaba y las carreteras estaban cortadas. Faltaba agua potable.

  • Cientos de voluntarios participaron en las labores de rescate y limpieza

  • Los daños materiales ascendieron a unos 200.000 millones de pesetas (1.200 millones de euros)

@KAL7AN IRRATIA S.L.

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